Ciao bella! Milano, capital de la moda…
Hemos aterrizado con 45 min. de antelación. No se por qué, a pesar de eso salimos corriendo en busca de un bus que nos lleve de Bérgamo a Milano.
Un plano en la mano para ubicarnos, y bocadillo de chorizo como desayuno. Cogemos el metro (el abono de dos días no es precisamente barato, pero es lo que hay).
Ya en el centro la primera decepción. La fachada de la Catedral está tapada con un enorme andamio porque se encuentra en restauración.
Intentamos hacer una parada en un parque junto al Castello Sforzesco, pero una increíble plaga de mosquitos nos ataca, así que la opción final es sentarnos en una fuente y poner los pies a remojo.
Caminar con la mochila a cuestas empieza ser pesado, sobre todo por el calor.
Llegamos al hostal Piero Rotta sobre las 4. Una ducha, soltamos las mochilas, y de vuelta a la ciudad.
Sin la indumentaria “adecuada” (ni tirantes, ni falda o pantalón corto. Por cortesía…) no podemos entrar a la Catedral, así que habrá que intentarlo mañana.
Cenamos en el jardín del hotel.
Me pone nerviosa estar pendiente de los mosquitos. Los muy puñeteros… tengo las piernas hechas un cuadro.
Los horarios del albergue obligan al plan madrugadores...
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