10.4.06

Sola

Mi madre acaba de decirme que no me quede aquí tirada, que salga de casa aunque solo sea media hora a pasear.
Y le he contestado: “¿con quien?, ¿sola??”
“No hace falta que sea sola, Diego puede acompañarte.”

He llamado a dos de mis amigas y ninguna estaba.
¿Es tan difícil recorrer las calles de una pequeña ciudad sola?
Lo cierto es que nunca lo hago. Nunca salgo sola sin un objetivo. De hecho, a veces aunque lo tenga, también me cuesta ir sola.
El otro día, cuando volvía caminando de la universidad a casa, y esa vez sí estaba sola, pensaba en los pocos momentos que dedicamos a disfrutar del camino. Del simple hecho de movernos de un lado a otro, de lo que nos rodea mientras caminamos, de las cosas inmóviles y de las móviles, de la ciudad.
Me gustaría salir un día sin pensar en nada, a recorrer calles, a adentrarme en cada rincón, a estar a solas conmigo…
Realmente los únicos momentos que dedico a reflexiones existenciales, y las que no lo son tanto, son el momento antes de dormirme por la noche (y cada vez menos porque cuando voy a la cama es tarde y me caigo de sueño), o los viajes en coche con mi familia, viendo pasar los cambiantes horizontes.
Me encantan los viajes largos en coche. Por eso, porque mientras mi padre conduce y suena la música de fondo, yo, muchas veces adormecida, pienso.
No pienso en nada, pero todo se pasa por mi mente. A veces consigo librarme de “serias” preocupaciones, y otras simplemente me sonrió a mi misma por algún recuerdo.
¿Por que no caminar una tarde de abril simplemente para estar conmigo misma un ratito?

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