Sin acuse de recibo

Ayer, a pesar de que la tarde no se prestaba a pasear (el tiempo no acompañaba), salí con un amigo a dar una vuelta por Recoletos y echar una ojeada a la Feria del Libro Antiguo de Madrid. Lo malo de estas ferias es que hay tantísimos libros y tan diversos, que si no tienes un objetivo, te pierdes…

Siempre que visito una de estas ferias del libro, me acuerdo de cuando subíamos de pequeños a la que ponían en Ávila (mucho más modesta). Regresábamos a casa con todo tipo de libros: manualidades, papiroflexia, cuentos infantiles, y los mejores, aquellos librillos de muñecas recortables de papel, con sus vestiditos, que me pasaba horas intercambiando.
Ayer no ví ninguno de esos libros de recortables, quizás ya no existen, o no interesan; pero vi algo que me resultó mucho más curioso.

En una de las casetas había una cajita de cartón llena de viejas postales, clasificadas, creo, por orden alfabético, cada una envuelta en un plástico transparente, supongo que para evitar un mayor deterioro. Eran postales con sello y matasello, y con texto…

Así que cogí una por curiosidad. La imagen era de un Madrid antiguo, y la caligrafía con esa “timidez” o indecisión, que me recordó a la letra de mi abuela. La fecha: el año 69. Y el texto empezaba así: Querida Carmen…

Lo cierto es que no pude leer más. Me dio la sensación de que estaba violando la intimidad de esa persona, y solo podía pensar en cómo habrían llegado todas esas postales a esa caja, a esa tienda, a ser puestas a la venta, en el año 2007…